La más mínima emanación de caza es suficiente para que salte la chispa que enciende el fuego que lleva dentro. Ahora nada ni nadie lo puede frenar y emprende el galope por el campo abierto, siempre ávido de espacio.
El setter es un perro que socializa fácilmente. Es inteligente. Basta contemplar su mirada dulce, sus ojos brillantes de interés y siempre disponibles al "diálogo" con su amo.
Sin embargo, debido a su pasión en la busqueda, el setter a veces puede mostrarse algo rebelde a la autoridad del dueño. Para evitar este inconveniente y convertirlo en un eficaz auxiliar para la caza debe ser adiestrado en su edad juvenil.
Es necesario frenar su ímpetu de modo que cace para su amo y no para sí, pero sin contravenir su instinto, ni disminuir su avidez por cazar. Para ello es necesario someterlo a un verdadero adiestramiento.
La palabra adiestramiento significa encauzar las cualidades naturales del animal para obtener un fin, que es el deseado por el adiestrador.
El cachorro de setter gordon o setter inglés debe llevar una vida tranquila y despreocupada hasta al menos la edad de 6 ó 7 meses, en lo que a adistramiento para la caza se refiere; estimulándole al juego y a la vida al aire libre, dejándole correr a su voluntad por el campo. En este periodo, nuestro ejemplar de setter gordon o setter inglés, nos dejará ver cuáles son sus dotes y temperamento.
De esta observación de sus cualidades y temperamento, sacaremos importantes lecciones para dirigir su adiestramiento.
Hay en el carácter del setter una implícita necesidad de sentirse querido. Desea toda la atención, el afecto y los cuidados de todos, de los cuales tiene necesidad psicológica. Él, a su vez, está dispuesto siempre a compensarnos con todo su afecto y con unas ganas inmensas y permanentes de complacer a todos.
Al setter no le gusta ser abrumado con órdenes, una vez que se le ha enseñado con paciencia a comportarse bien (aprende con gran rapidez), le gusta que le dejen correr en libertad. Éste es el mejor premio una vez que ha aprendido cada lección.
El setter es un perro nacido para cazar. El auténtico exponente de estas dos razas ha de ser un infatigable y efectivo auxiliar del cazador. En el verdadero setter encontramos cualidades excepcionales en el trabajo, tales como la velocidad, la pasión por cazar la inteligencia para asimilar las enseñanzas e incluso los deseos de su dueño, el olfato poderoso, la muestra firme (resultado del éxtasis ante los efluvios de la caza), y sobre todo, la guía reptante, felina, que caracteriza a esta raza y llena de emoción el corazón de quienes la amamos.
Un buen ejemplar de setter gordon o setter inglés, debe mostrarse como un vigoroso galopador, poseer una excelente potencia olfativa, una muestra firme y expresiva, una guía fluida y felina, y un gran sentido de colaboración con su conductor, sim perder por ello su propia iniciativa.
Un perro como éste debe utilizarse, sobre todo, en extensiones amplias de terreno, donde la búsqueda debe ser abierta y llevada al galope, porque en su país de origen fue creado para trabajar en este tipo de terrenos.
Cuando muestra, el setter adopta posiciones muy expresivas, estatuarias. El movimiento de la caza lo estimula a emprender la guía, que ejecuta moviéndose con el pecho en tierra, reptando como un verdadero felino, El setter debe seguir el movimiento de la caza sin perderla, pero manteniéndose a una distancia tal que no la haga volar.
El trabajo del setter, si nos atenemos a los cánones bajo los cuales fue criado en su patria de origen, debiera acabar tras el vuelo de la caza, porque el cobro era tarea de los retrievers.
Sin embargo, en la Europa continental, los retrievers no se emplean; por tanto es necesario que el setter cobre. Los cazadores en nuestro país sí lo adiestraron para tal fin; siendo el resultado muy satisfactorio. En esta actividad, el adiestramiento desde cachorro debe basarse en el juego, pero sin cansarlo.